El reportaje, aglutinador de distintos géneros periodísticos

Consideraciones generales sobre el periodismo informativo

Sólo una parte del periodismo escrito, que englobamos dentro del periodismo informativo, es la que tiene como único fin la información, el relato escueto de lo sucedido con imparcialidad. Es decir, la que trata de contar a la sociedad, con un lenguaje directo y sencillo, aquellos acontecimientos que pudieran ser de su interés. Se puede definir como un mensaje breve y esquemático de los acontecimientos acaecidos recientemente, donde lo importante es contar, de la forma más concisa, breve y clara posible, un hecho verdadero, inédito, de actualidad, y de interés general.

Por ello, los géneros que pueden considerarse dentro de este grupo son los que comunican hechos, una vez verificados, sin añadidos interpretativos ni valoraciones sobre su importancia, o consecuencias previsibles. Son textos que tienen como única misión informar al lector del periódico sobre acontecimientos de actualidad. No persiguen fines estéticos ni aportar criterios sobre su importancia. Buscan la imposible objetividad.

La objetividad consiste en la expresión sincera y no interesada de lo que se considera cierto o verdadero. Objetividad posiblemente inalcanzable en el fondo, pues, como dice Fattorello, la información es subjetiva, ya que marcha con la naturaleza humana y con el momento en el cual se produce. En su opinión, el hombre no puede salirse de sí mismo, de su subjetividad, ni de la contingencia de sus vivencias personales. La objetividad se encuentra íntimamente relacionada con la fría rigurosidad sin añadidos de opinión personal, pero ni siquiera el hecho de que una noticia haya sido redactada con este principio da garantías de que sea veraz, y mucho menos imparcial.

Condición indispensable para aproximarse a la objetividad es la independencia. Y no podemos olvidar que la publicidad en los periódicos es un factor importante de financiación que puede condicionar al medio. El periodismo es un negocio, aunque no puede olvidar su función social. Toda empresa informativa pretende elaborar un producto que llegue al mayor número de lectores, y, como consecuencia, genere beneficios económicos. Es necesario lograr que ambas funciones, el negocio y el interés público, sean compatibles, y para ello, el periódico no puede ceder ante las presiones de las empresas que contratan publicidad. Además, la objetividad puede ser un recurso para el incremento del prestigio que puede producir una mayor tirada. Es decir, la objetividad se puede convertir en un medio para mejorar la rentabilidad económica. La credibilidad que se logra con la independencia del periódico es beneficiosa para el resultado financiero de la empresa editora.

La objetividad es como la virtud, es decir, un fin a perseguir siempre, aunque se sepa que no se logra nunca, ya que ningún mensaje informativo puede ser objetivo, apolítico, imparcial, neutral e independiente porque su emisor, en el acto de selección de los datos informativos, del registro, elaboración y transmisión, discrimina, ordena, manipula e incluso interpreta la realidad que pretende comunicar a su auditorio. Y ante la imposible la objetividad se impone la honesta subjetividad. La alternativa es un compromiso ético del periodista, ya que no existe la objetividad pura, pero sí la honradez pura.

2. La función interpretativa del periodismo

En la actualidad, la inmediatez de la noticia la tienen la radio y la televisión, por lo que los periódicos se convierten cada día más en interpretadores de la información. Un ejemplo claro lo contemplamos al día siguiente de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York, un día en el que muchos periódicos se agotaron pese a publicar ediciones especiales. Aquel incremento de ventas no estaba motivado por la búsqueda de información. Los lectores ya conocían lo sucedido, e incluso muchos lo habían presenciado en directo por televisión. En los diarios buscaban opiniones sobre sus causas y valoraciones referidas a posibles consecuencias. El público estaba ansioso por conocer interpretaciones sobre los orígenes y consecuencias de todo aquello. Buscaban reportajes.

El límite entre la función interpretativa y la de opinión es difuso, pues toda interpretación es realmente una opinión subjetiva. La opinión es un sentimiento o parecer de una persona sobre una cuestión, mientras que interpretación es la acción de explicar el sentido de un hecho, aunque se haga desde un determinado punto de vista. Sin embargo, la función interpretativa está siempre dentro de cualquier texto del periodismo, ya que siempre supone un acto de interpretación implícita, y la interpretación explícita es, sencillamente, opinión del periodista.

Es cierto que el concepto teórico de la interpretación difiere del de opinión, ya que la interpretación tiende a la objetividad, mientras que la opinión, por propia definición, es subjetividad real. Pero si aceptamos esta matización significaría que se distinguen por su intencionalidad, y ésta es, en muchas ocasiones, muy difícil de concretar en un texto periodístico. Nos parece muy aventurado determinar el propósito del autor de un texto, ya que la barrera que separa la interpretación de la opinión es ciertamente endeble. Una información con elementos interpretativos puede ser entendida como un escrito subjetivo, mientras que un texto de opinión muchos pueden concebirlo como una interpretación objetiva de lo que ha ocurrido. Dependería del grado de coincidencia entre el autor y el lector para que sea considerado de un tipo u otro, por lo que es posible que la interpretación, como tal, no distinga ningún grupo de géneros periodísticos.

Por ello, los géneros periodísticos, en la práctica, sólo se pueden clasificar en dos grupos: Periodismo informativo y Periodismo de opinión, aunque además existe un género que no se puede enmarcar dentro de estos. Se trata de un texto que, más que híbrido entre ambos, aglutina -o puede aglutinar- aspectos del resto de los géneros periodísticos, y que es el texto interpretativo por excelencia: El reportaje.



3. El reportaje, un género interpretativo

El reportaje es un género periodístico que contiene en su texto -o puede contener-, todos y cada uno de los demás géneros. Es informativo, pero también incorpora elementos propios de los textos de opinión. Puede tratar de la actualidad, aunque también permite la inclusión de algún recurso creativo. Muchos autores lo consideran un híbrido entre los escritos informativos y los interpretativos, pero realmente se trata de la fusión de todos los géneros periodísticos. Es un trabajo dedicado a profundizar en las interioridades de la noticia, en las causas y consecuencias de algún acontecimiento de actualidad, y a investigar aspectos no conocidos a partir de testimonios confidenciales o a través de la búsqueda de datos.

El reportaje es un texto más subjetivo que los dirigidos estrictamente a la información, ya que, además de contener parte de estos géneros, incluye la interpretación de su autor. Esta dualidad ha motivado que algunos autores lo definan como un género exclusivamente interpretativo, mientras que otros lo incluyan en los géneros informativos, e incluso alguno llega a afirmar que “reportaje equivale a información”. La interpretación explícita del periodista es una característica propia, pero sin olvidar su función informativa, ya que es la comunicación de un hecho después de ser investigado, analizado e interpretado rigurosa y exhaustivamente por su autor.

El reportaje se diferencia de la noticia en que el periodista suscita la información en lugar de buscarla, ya que es un texto periodístico que, aunque tiene de base una información de actualidad, explica sus antecedentes y consecuencias, además de añadir otros datos de interés relacionados con la misma. Pero además, el reportaje es un género en el que la autoría es importante. Se puede definir como “una narración informativa, de vuelo más o menos literario, concebida y realizada según la personalidad del escritor-periodista”, pues es importante su condición como texto de libre creación con recursos literarios. Se puede afirmar que el reportaje es un texto que tiene como única limitación la capacidad creativa de su autor.

Toda esta diversidad hace del reportaje un género de difícil definición, ya que “es el género periodístico que indaga con distintos grados de profundidad, valiéndose de múltiples fuentes y métodos, sobre hechos o situaciones de interés público para dar a conocer su existencia, relaciones, orígenes o perspectivas, mediante el empleo de diversas estructuras y recursos expresivos”. Se trata de un género que resulta de una investigación profunda mediante la cual el periodista describe, explica, informa, relata, analiza, compara e interpreta, y además lo hace con una libertad de uso de recursos lingüísticos que lo convierten en un texto de autor.

El reportaje engloba al resto de formas periodísticas, aunque no es la suma de ellas, sino un texto con características propias. Lo podemos definir como “un género periodístico informativo que contiene la interpretación explícita de su autor, quien, con estilo literario, firma un texto que se caracteriza por la posible admisión en su cuerpo de cualquier otro género”.

4. La estructura de un género informativo

Dentro de un reportaje podemos contemplar noticias, entrevistas o artículos, ya que su autor disfruta de una gran libertad en su estilo y en su composición. Es un texto que se caracteriza por disponer de una gran diversidad en su estructura formal, debido a la inclusión de distintos componentes que lo identifican como género periodístico diferenciado. Pero es necesario estudiar sus partes, aunque la variedad que podemos encontrar en la prensa es amplia. Una estructura interna teórica basada en tres partes podría ser esta:

—Lead, que es donde se plantea la tesis o punto de vista que da origen al texto.

—Cuerpo, con la acumulación de datos que justifican la tesis expuesta anteriormente.

—Conclusión, que es la parte en la que se refuerza el planteamiento inicial.

Pero la estructura del reportaje es libre y compleja, ya que su titulación no es simple -requiere subtítulos, antetítulos, sumarios y ladillos-, y en su texto admite la inclusión de datos, informes, testimonios, anécdotas y circunstancias aclaratorias, además de diversas ilustraciones gráficas. Además de todos estos componentes, el reportaje está elaborado con estilo literario, de modo que el periodista aporta sus valoraciones con un fin estético que lo diferencia del lenguaje aséptico de los géneros estrictamente informativos.

El reportaje puede ser visto como un núcleo con varios estratos que se relacionan con el pasado -antecedentes y causas-, el presente -implicaciones, conexiones con lo actual, significados, discusión y polémicas-, y el futuro -proyecciones y repercusiones-. Por ello, hay autores que se muestran partidarios de una estructura más compleja. Incluso se pueden distinguir cinco partes, aunque es un género muy libre, por lo que no todos los reportajes tienen los mismos elementos:

—La entrada, en la que debe figurar un indicio del contenido global, y donde la belleza expresiva tiene que ser lo suficientemente atractiva con el objeto de captar la atención del lector.

—El párrafo clave, que es el nexo entre la entrada y el cuerpo, aunque no siempre es necesario.

—El cuerpo es la médula del reportaje, pues contiene la argumentación, los hechos y las explicaciones.

—Las transiciones son las uniones entre las diferentes partes del reportaje que le dan unidad conceptual al contenido.

—El cierre, que es el final del reportaje, y donde no se respeta la pirámide invertida de los géneros informativos, ya que aquí es muy importante.

En todos estos esquemas no se resalta la importancia que el título tiene en todo género periodístico. Las palabras que componen la titulación deben ser analizadas como una parte diferente de la entradilla, ya que ésta debe aportar datos objetivos mientras que el título tiene como única misión atraer la atención del lector, aunque puede ser parcialmente informativo. También es necesario contemplar la ilustración como una parte esencial en el reportaje, ya que en muchas ocasiones es el centro del trabajo, sobre todo cuando se trata de reportajes de investigación donde se ofrecen fotocopias de documentos hasta ahora desconocidos.

Por ello, en todo reportaje podemos distinguir siempre cuatro partes, aunque, a su vez, en cada una de ellas se podrían distinguir varios componentes. Son: la titulación, la entradilla, la ilustración y el cuerpo.

— La titulación, que normalmente es compuesta, con antetítulo, título y subtítulo. Debe redactarse con imaginación, pues en ocasiones no se trata de información de candente actualidad, por lo que su atracción debe basarse en la originalidad.

— La entradilla, que suele contener los datos sobre las fuentes de información, así como las posibles conexiones con otros sucesos de actualidad.

— La ilustración, compuesta por fotografías, infografías o fotocopias de documentos, y que constituyen una parte importante de la información.

— El cuerpo, que a su vez puede subdividirse en tres partes: los datos, la argumentación y el cierre.

5. La infografía, un complemento eficaz del reportaje

El reportaje utiliza en tu texto, además de cualquier género periodístico, un complemento que le otorga una enorme claridad en su mensaje: Es la infografía. Un recurso que en ocasiones también aparece en la noticia reportajeada y en la crónica como complemento de la información. Algunos autores han llegado a considerarla como un género independiente por su capacidad para explicar en un solo dibujo, y con gran claridad para el lector, muchos detalles de un suceso. Pero se trata simplemente de un recurso gráfico que ofrece grandes posibilidades en el periodismo escrito.

Su nombre es un neologismo que resulta de info (información), y grafía (dibujo), es decir, un gráfico que tiene como misión informar. Es el resultado de una combinación entre imagen e información, y viene a mejorar la comprensibilidad de un texto en el que hay que explicar demasiados detalles. Ante la imposibilidad de reproducir en un periódico la imagen en movimiento, la infografía refleja en un dibujo los diferentes momentos que se vivieron durante un accidente aéreo, la forma en la que actuaron los atracadores de una entidad bancaria, o las secuencias de un ataque bélico.

La Primera Guerra del Golfo, en 1991, supuso un gran desarrollo de la infografía ante la prohibición de emisión de imágenes por televisión de los ataques producidos en Irak. En este conflicto todo había que dibujarlo. Y la infografía se convirtió en el gran recurso de los periódicos para explicar lo que cada día sucedía en el frente de batalla. Pero esta técnica no está siempre unida a grandes acontecimientos, y es corriente encontrarla en numerosas informaciones. Por supuesto, no todas las noticias tienen “capacidad de transparencia visual”, pero en un periódico podemos ver muchos ejemplos de su uso. Siguiendo el estudio del profesor De Pablos, podemos distinguir hasta cinco tipos de infografías, aunque al ser un recurso tan creativo, resulta difícil abarcar todas sus posibles variaciones:

— Diagrama periodístico. Es la infografía por excelencia. La más creativa y la que se utiliza para las informaciones en las que resulta complicado expresar todo lo ocurrido sólo con palabras, como un accidente ferroviario o una operación antiterrorista. Es un trabajo que señala la localización y los diferentes momentos vividos en una situación especial, de manera que el lector, sin necesidad de leer el texto, comprende cómo ha ocurrido.

— Gráficos de fiebre y de barras. Nos ofrecen una visión inmediata de la evolución de un dato numérico. Se utiliza mucho para explicar la evolución de aspectos económicos, como la bolsa.

— Gráfico de queso. Es un modelo que se suele utilizar para representar la composición de un parlamento, en el que se percibe de forma rápida la importancia de cada una de las fuerzas políticas.

— Tabla numérica. Es un cuadro en el que se ofrecen datos cuantitativos, normalmente en tabla de doble entrada. Como ejemplo nos puede servir el cuadro que refleja la clasificación de los equipos deportivos o la información de valores del mercado financiero.

— Sumario infográfico. Se trata de un resumen con los datos más significativos de una información, normalmente acompañados de una fotografía o dibujo alusivo, cuyo tamaño refleja la importancia de cada componente. Se suele utilizar en reportajes sobre la población o la actividad económica de un país.



II.-------------------------------------------------------------------------------------------------------


El buen reportaje, su estructura y características

Carlos Miguel Patterson ©
Universidad de Panamá (Sede de Herrera)
c-patterson22@hotmail.com


Cuando miras la televisión o lees un periódico y observas una noticia o un reportaje, que te presentan entrevistas e informaciones, quizás te preguntes ¿para qué sirve el reportaje si es lo mismo que la noticia? Pues no es así, pensar de esta manera es un error.

En el periodismo, el reportaje apareció a principios del siglo XX, específicamente en las décadas de 1900 y 1920. Y no solamente de tipo periodístico, sino en una mezcla noticioso-literario con matices de tipo descriptivo y narrativo.

El primer medio que incursionó en el género reportaje, en Latinoamérica, fue la revista brasileña O'Cruceiro Internacional, mientras que en Estados Unidos, el reportaje se inició con los periodistas Britton Haddney y Henry Luce, quienes realizaron las primeras publicaciones en la revista Time.

Ya a principios de la década de los años 50 el género reportaje era utilizado en varios países de América Latina, y algunos periódicos se esmeraron por publicar este género pero desde un ámbito mucho más periodístico. Lo cierto es que a principios de los años 60, el género reportaje era ya manejado de forma usual y muy profesional en los principales medios escritos de nuestro continente. Y comenzaba a incursionar en los medios de radio y televisión, claro está, como un género más centrado hacia la máxima información objetiva.

Periodísticamente hablando: ¿Qué es el reportaje?

Martín Vivaldi dice: "El término reportaje es una voz francesa con raíces inglesas, que realmente proviene del latín y que llevado al español es "Reportare": que significa traer o llevar una noticia. Y según la voz francesa Compte réude, se describe como la información recabada de algún hecho, situación o viaje escrito por un reportero.

El reportaje es una información con carácter profundo; divulga un acontecimiento de actualidad pero amplia e investiga mucho más que la noticia. Narra lo que sucede, así lo señala el estudioso sobre este género, Eduardo Ulibarri. El licenciado Rigoberto Amaya, gerente de Radio Mensabé, en la ciudad de Las Tablas, indica que en radio el género reportaje se basa en la mayor extensión de un tema, se profundiza mucho más, una investigación más abarcadora y de la capacidad de análisis que tenga el reportero, sin caer en la parcialidad de opinión.

Según el manual de estilo del diario La Prensa de Panamá, el reportaje es el género periodístico que intercala la información con descripciones, introduciendo algunos aspectos literarios de interés para el consumidor informativo. Después de proporcionar algunas definiciones acerca de reportaje, entonces podemos demarcar que el reportaje es un trabajo informativo que requiere una ardua investigación acerca del tema a publicar. Igualmente profundiza mucho más que la noticia con respecto al desarrollo y contenido del hecho que se está tratando. Todo esto con un seguimiento lógico y coherente.

¿Cómo se debe hacer un reportaje?

Es ineludible que un buen periodista deba seguir una guía progresiva para los efectos de buscar el tema, las investigaciones correspondientes, selección de información, construcción del reportaje, la revisión de éste y su publicación. Primeramente, debe disponer de un tema, ya sea asignado o buscarlo si es por agenda libre. Dicho tema debe ser interesante y preferiblemente actual, aunque no es obligatorio. Seguidamente, el periodista inicia la búsqueda de las fuentes (ya sea humanas, documentales o electrónicas), que puedan guiarnos directamente a la investigación profunda del tema.

De inmediato se empieza el trabajo de investigar sobre el hecho en cuestión. Se realizan las entrevistas correspondientes.

Al poseer ya el material correspondiente a la búsqueda, se procede entonces a la selección minuciosa de la información a utilizar en la construcción del reportaje. En este caso se escogerá lo más importante, pero sin obviar ningún punto sobre el tema.

Dada la selección de la información, se comienza escribir la entrada para el reportaje. Por la amplitud y profundidad de este género, la entrada o entradilla tiene que ser llamativa e interesante para que capte la atención de quien la lea. De inmediato se empieza a la redacción lógica y estructurada del reportaje. Concluida la redacción se revisa la información escrita y se publica finalmente. Éste es el procedimiento adecuado para la redacción de un reportaje.

El reportaje es más amplio que la noticia

Muchas personas no comprenden o no diferencian al género reportaje del género noticia. Sencillamente lo observan como una simple información. Si conocemos que la noticia es definida como una publicación de un suceso actual y de interés social, y que el reportaje es un género que busca una información de manera amplia y profunda, entonces percibimos que sí existe una diferencia.

Aunque el reportaje y la noticia tengan similitud en cuanto a que los dos informan sobre un hecho y deben redactarse de acuerdo a una estructura lógica y coherente; el reportaje es más abarcador y extenso que la noticia. La noticia sólo se encarga de presentar lo esencial del suceso ocurrido. Un aspecto más que distingue al reportaje de la noticia es la capacidad de análisis, claro, imparcial, en que el periodista puede inferir. En la noticia no se permite el análisis. Además, el tiempo para una noticia es sumamente corto, ya que la información se desvanece rápidamente. El reportaje, debido a su extensión investigativa, requiere de más tiempo para la publicación.

Funciones y características del reportaje

El género reportaje como elemento periodístico debe responder a funciones y características para completar el ciclo del buen trabajo periodístico; en otras palabras, que el reportaje sea captado por quien lo recibe.

El reportaje responde a cuatro funciones principales, la primera de ellas es, sin duda alguna, la de informar.

Informar es la función elemental de la profesión periodística, debemos informar sobre todo hecho de interés para nuestra sociedad.

La segunda función a que responde el género reportaje es describir; de nada sirve la información si no se describe el suceso.

Otra de las funciones del reportaje y que se liga mucho a la de describir es la narración, el acontecimiento se debe narrar de forma detallada.

Y finalmente la última función es investigar, es simple si no hay investigación no hay reportaje.

En cuanto a las características de un reportaje podemos destacar la descripción del suceso.

En este género periodístico la descripción es elemental, también está el interés y la importancia de dicho reportaje.

Una característica muy importante es la veracidad y credibilidad que tenga el reportaje, en el trabajo investigativo no debe caber la duda, la información presentada debe ser cierta y con fundamento.

Por último, el periodista puede hacer observaciones e interpretar, pero desde un ámbito muy profesional. Es importante que el reportero tenga la suficiente habilidad para buscar correctamente la información; además, su investigación debe abarcar todos los aspectos sobresalientes del tema.

Sus fuentes tanto humanas como documentales y electrónicas deben acercarse lo más posible al eje del asunto. Con respecto a la estructura, no debemos olvidar la coherencia y seguimiento oportuno de los parámetros para redactar un reportaje: la entrada, los antecedentes al tema, desarrollo del tema, el análisis profesional del reportero y la conclusión; esto, más que todo en el medio impreso, pero no se puede olvidar para los otros medios de comunicación.

Muchas veces, el periodista devanea su imparcialidad en el trabajo que realiza e introduce su opinión personal, lo que confunde y resta importancia y credibilidad al reportaje.


III.------------------------------------------------------------------------------------------------------


Secretos del reportaje


Luis Velásquez, periodista y profesor de periodismo en la Universidad Veracruzana



El reportaje es el género periodístico por excelencia: el más alto desafío para un reportero profesional. En su estructura se conjugan tanto los géneros periodísticos como los literarios. Desde la noticia y la crónica hasta la narración y la descripción. Novela, cuento, poema en prosa, también forman parte de su ingrediente.

No existe una regla para escribir un reportaje. Cada uno exige un tratamiento distinto.
En el reportaje se conoce al reportero con sensibilidad humana y social.

A diferencia de la noticia, que a veces roza la superficie de los sucesos, y de la crónica, que narra a los lectores los hechos simples, el reportaje profundiza en cada uno de los fenómenos descritos. Investiga todos y cada uno de los vericuetos de la información y los da a conocer al lector. Informa de datos que con frecuencia se dejan de conocer en la noticia de todos los días, por falta de tiempo para ahondar en la verdad cotidiana. Documenta la realidad, paso a paso. Es como una novela que va contando a los lectores los entresijos de los acontecimientos, pero al revés. Mientras en la novela se comienza por lo sencillo para llegar a lo extraordinario, en el reportaje se comienza por lo impactante y sobresaliente para alcanzar lo simple, aun cuando también resulta de interés para el lector.

El reportaje implica una alta responsabilidad social. Escrupulosidad a prueba de bomba, para que cada párrafo, frase, dato, sean incuestionablemente ciertos, fundamentados, hasta con pruebas jurídicas, testimonios inapelables.

En la noticia podemos inculpar al entrevistado de una declaración, pero en el reportaje la demostración de los hechos se hace con fundamento jurídico. En la noticia podemos decir que Wenceslao Pérez es presunto culpable de un homicidio. En el reportaje estamos obligados a demostrarlo, de igual manera como el juez dictamina la sentencia.

El reportaje es el género que por su limpieza literaria y profundidad trasciende más allá del diarismo. Relato de un náufrago, de Gabriel García Márquez, es clásico ejemplo.

El reportaje es al periodista lo que la novela al escritor. La plenitud en el oficio. La cima. El prestigio.

El periodista que llega a dominar el reportaje se coloca en la antesala de la literatura. Incluso, en tales fronteras, el reportero ha terminado por abandonar el periodismo, con algunas excepciones. Ernest Hemingway volvía al reportaje, como Gabriel García Márquez regresa cada vez que el periodismo se convierte en angustia y recuerdo.

Según el escritor Vicente Leñero, si trasladamos 50% de los recursos literarios al periodismo, ya estamos del otro lado en la conquista de los lectores.

Pocos diarios practican el reportaje. Este género demanda tiempo, entrega, voluntad, investigación, sacrificio, y no todos los periodistas están dispuestos a la lucha. Su observancia requiere de una plantilla de reporteros especiales: con una gran formación humana y civil; constantes para jamás caer en el desencanto y en el desaliento; responsables para nunca llegar a la redacción del periódico diciendo que no hubo noticia.

El reportaje ha ido perdiendo vigencia en el diarismo. A veces se publica un reportaje de agencia informativa. Memorables aquellos tiempos de Julio Scherer García en el diario Excelsior. Todos los días se publicaban reportajes de enviados especiales a una parte de la República o del mundo.

Hoy, el mayor contenido de los diarios es información escueta, noticia resumida y condensada.

Existen reportajes de todo tipo: turísticos, religiosos, artísticos, demográficos, económicos, agrarios, indígenas y otros. Pero el reportaje por excelencia es el social, aquel que recurre al registro público de la propiedad, al notario público, a la consultora jurídica, a la entrevista con expertos, al rastreo de los hechos, a la hoja parroquial, al cruce informativo de datos, a la confrontación de las fuentes, al tip que se investiga, a la información extraoficial doblemente confirmada. Éste, va quedando en la historia. Reservado a las páginas de unos cuantos semanarios informativos. La declaracionitis, terrible enfermedad padecida por reporteros y fuentes informativas, donde la ley es tú me dices y yo te publico, es peor que el cáncer o el sida.

El reportaje, como la nota y la entrevista, pertenece al terreno informativo. Ofrecen a los lectores el hecho.

El artículo y el editorial interpretan el suceso: analizan todos y cada uno de los datos más significativos del fenómeno social que se aborda. El periódico emite su punto de vista, su opinión, su creencia. Trata de orientar a los lectores.

El reportaje, en cambio, informa. Desmenuza los enredos más complejos del hecho social. Documenta, investiga, denuncia, describe, narra. El reportaje es, entonces, el género periodístico que informa de un hecho y esclarece dudas.

Escribir reportajes es la consagración profesional: la más alta satisfacción en el oficio. Para vivir este mágico y alucinante desafío, no basta la formación ni la habilidad técnica. También se requiere de una sólida moral para las horas de desaliento.

A veces transcurren los días sin que el reportero encuentre el hilo de la madeja informativa. Puede, quizá, tener la evidencia de un hecho. Saber con exactitud que un hombre de la administración pública o privada ha cometido un fraude, tener la certidumbre de que existe delito que perseguir, pues el secretario particular, resentido con el jefe, pudo haber cometido una indiscreción y aportar al reportero datos fidedignos. Pero faltará la evidencia jurídica, la prueba irrefutable, el documento aprobatorio. Y entonces, por más seguros que estemos, sin el documento, el reportaje se detiene y frena. De ahí que el espíritu del informador debe inundarse de optimismo para salir airoso en la prueba de fuego. Fe, mucha fe en sí mismo, para jamás decaer. Exigente consigo, seguro de sí, el reportero se habrá de convertir en el detective que olfatea los hechos. El famoso ojo de tigre que nunca pierde la sensibilidad ni el coraje. Entusiasmo sin fin para alcanzar la meta. Vasta cultura, imaginación, talento, para franquear obstáculos.

He aquí la diferencia entre el periodista investigador y el reportero que toda la vida se queda en la simple redacción de una noticia o en la misma fuente informativa, porque así la vida es cómoda.

Cómo se prepara un reportaje

Por principio de cuentas, debemos insistir en un hecho: para informar a los lectores, un reportero necesita estar informado. Nada puede informar quien nada, poco o deficientemente sabe o conoce.

Así como no existe un curso para aprender a besar por correspondencia, que diga cierra los ojos, entresaca la lengua, intercambia saliva, tampoco existe un curso para aprender a escribir o reportear.

Para aprender a besar en sus distintas modalidades, hay que besar. Para aprender a escribir, hay que escribir todos los días, aunque sea una cuartilla.

Para aprender a reportear el género periodístico por excelencia, no basta ser un diarista ejercitado, sino además un profesional en constante renovación, en lucha interna consigo mismo, con una infinita curiosidad con todo y con todos.

Un reportero que domine la entrevista amplia y oportuna. Un hombre cuidadoso y detallista en la investigación. Exigente con su trabajo literario. Abierto a todas las corrientes del pensamiento. Casado con una idea, pero dispuesto a la crítica y a la autocrítica.

Que documente los días, sin pasiones ni rencores personales. Que cada uno de los párrafos escritos sea hijo de la investigación, y nunca de los decires o de la simple opinión de otra gente. De este modo, un trabajador de la información tiene diversas fuentes para organizar un reportaje:

1) De la lectura diaria de periódicos y revistas. A veces, por falta de espacio, por la premura con que se escribe la nota diaria, por la informalidad con que se entrevista para un matutino, la noticia es mal trabajada. El lector queda con dudas. El reportero que lee periódicos con sentido crítico y memoria visual, va detectando noticias incompletas en los hechos, que bien pueden seguirse para un reportaje.

2) Del archivo periodístico. La diferencia de un reportero que vive y va al día y un reportero que puede trascender en su vida profesional es el archivo. El archivo de periódicos, revistas, libros, discursos, documentos, ponencias, declaraciones de personajes, folletos, volantes desplegados, hojas mimeografiadas, biografías, boletines, estudios especiales, entrevistas especiales, publicaciones académicas, técnicas y científicas, significan material valioso para el reportero. Un archivo bien clasificado, por temas, por orden alfabético, por relación intersectorial, por capítulos. De este modo, a veces, sin necesidad de ir a la calle a investigar los vericuetos de un hecho social, atrás del escritorio, interpretando el archivo, relacionando un dato con otro, el periodista puede escribir un gran reportaje. Reportero sin archivo es como un gran barco sin brújula o periódico sin editorial. Julio Scherer y Manuel Buendía tenían celos entre sí: ambos argumentaban poseer el archivo periodístico más completo de todo México.

3) Lectura de libros y revistas especializadas. La lectura de libros y revistas se ha ido convirtiendo en un mercado elitista, en virtud de sus precios. Cada vez los libros se vuelven más caros e inaccesibles para la mayoría de los lectores. En la lectura de libros científicos, técnicos, históricos, económicos, o de otro tipo, y de revistas editadas por organismos privados, desde universidades hasta centros de estudio, el reportero encuentra manantial inagotable para el reportaje. Por lo general, tal tipo de documentos tiene una circulación limitada que no llega a los lectores de diarios. La clave está en saber leerlos e interpretarlos.

4) Los amigos y los lectores. Según el dicho popular, más vale tener amigos que dinero. Y en efecto: el único patrimonio de los hombres son sus amigos. Si así es en la vida, doblemente válido para el periodismo. Amigos personales y lectores que transmiten datos, pistas, puntas de la madeja informativa, tips, son valiosísimos. Desde la secretaria amiga, empleada en una dependencia gubernamental o privada, hasta el mesero de confianza de un restaurante o bar, que escuchan pláticas de los vecinos de escritorio o de mesa, y sirven para hilvanar el principio o secuencia de una información. Desde una mujer que trabaja en un centro nocturno, al cual asisten hombres con responsabilidades sociales y confían secretos en medio de las copas, hasta el chofer resentido, injustamente despedido o desplazado de su trabajo. Temas, hechos, versiones de los cuales todo el mundo comenta, y permanecen ahí, latentes, en espera de un acucioso reportero, para quien la duda (dudar de todo y de todos) es punto de partida.

5) De investigadores privados. Los hombres del poder y la iniciativa privada (cualesquiera sea su naturaleza) tienen investigadores al servicio exclusivo. Detectives que, como sabuesos, hurgan en todo lo que se mueve. Profesionales que con experiencia y disciplina saben investigar. Gente que, en vez de buscar información para la policía organizada, la entrega a un particular. El reportero o el periódico también deben tener su Sherlock Holmes. Así trabaja Jack Anderson, el famoso columnista norteamericano. Así trabajaba Manuel Buendía, el columnista asesinado en el sexenio del presidente Miguel de la Madrid Hurtado.

                          
Ojos y oídos, recursos fundamentales
Diez puntos de John Reed para escribir un reportaje

John Reed, el periodista que viajó a México para entrevistar a Pancho Villa, y a Moscú, para hacer la crónica de la Revolución Rusa; amigo de Lenin, quien le escribiera el prólogo del libro Diez días que conmovieron al mundo (escrito en diez días con intensas jornadas de 18 horas, sentado frente a la máquina de escribir, sin afeitarse); el hombre fallecido de tifo a los 33 años, que viajaba a cualquier parte del mundo donde existiera la noticia, resumía así su vida al servicio del periodismo.

1) Un estilo crudo, directo, sin adornos, es más efectivo que uno retórico.
2) El periodista debe ser un perfecto observador de situaciones y hechos. Ojos y oídos son elementos fundamentales para escribir. Desarrollar el sentido de la observación es otra forma de obtener datos exclusivos.
3) Antes de entrevistar y escribir, documentarse del asunto hasta donde más se pueda.
4) Buscar testimonios de primera mano, no de oídas, con documentos, para evitar aclaraciones.
5) Describir el paisaje y los personajes, como elemento sustancial del ambiente.
6) El detalle en los hechos y en las acciones son básicos para lograr que el lector se sienta protagonista de la historia contada.
7) Buscar el lado humano de las cosas y de la gente, hasta la confrontación de la leyenda.
8) Relatar historias singulares, ilustradas con emoción humana.
9) Sagaz desconfianza en todo. Ser cortés, pero incrédulo. Atento, pero frío.
10) Un periodista cada vez más politizado, con ideas claras sobre la sociedad y su desarrollo. Bien informado para que pueda informar a los lectores.

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